Hasta hace poco, las sociedades industrializadas, desde que empezara la Revolución Industrial, se desarrollaron pensando que los recursos materiales y energéticos los proporcionaba el planeta de manera ilimitada, y sin tener conciencia de los efectos que tendrían, a corto y medio plazo, sobre el medio ambiente.
Es lo que se conoció como la cultura de usar y tirar: producir, consumir y eliminar.
La economía lineal se basa en una extracción de las materias primas sin atender a medidas de protección y mantenimiento de los recursos, a procesos de transformación y producción, consumo y eliminación, que no tienen en cuenta los nuevos conceptos de sostenibilidad y huella ambiental.
Por el contrario, en la actualidad, y siendo ya conscientes de las consecuencias que este tipo de economía tiene y cómo repercute en el planeta, se está planteando un cambio de modelo a favor de la economía circular.
La economía circular es un modelo que aboga por la explotación racional de los recursos y el cuidado medioambiental, evitando consumir recursos naturales limitados o por encima de su capacidad de regeneración en la naturaleza, así como apostar por la reducción de los desechos a lo largo del proceso.
El cambio requiere reconsiderar los modos en que se producen los productos, minimizando el impacto ambiental que generan durante su fabricación o durante la logística de desplazamiento, distribución y almacenaje, y considerar los procesos de reparación y reciclaje para retrasar, en la medida de lo posible, que acaben en el vertedero.
La economía circular trabaja, mediante un nuevo enfoque, todas las fases de desarrollo y fabricación, distribución hasta los puntos de consumo, así como la reparación, reutilización y refabricación de los productos, a partir de los materiales reciclados.
El papel de los consumidores también es importante, pues cuando se cambia la perspectiva y el patrón de consumo, se consume menos y mejor.
Los cambios de actitud pueden ser desde minimizar el consumo de los envases de un solo uso, hasta reflexionar sobre el nuevo uso que se le puede dar a un objeto o un producto antes de tirarlo a la basura, alargando su ciclo de vida con una nueva función y utilidad.
La economía circular también contempla, dentro de su visión integral, todas las fases de desarrollo de cualquier producto. Desde la creación de un producto hasta su eliminación, pasando por los recursos, los residuos, la energía necesaria… todo ello desde un punto de vista racional y eficiente, optimizándolas.
“Según la Unión Europea, más del 80% de los impactos ambientales relacionados con un producto dependen de las fases de diseño y desarrollo.”
Libro Verde sobre la política de productos integrada de la UE.
Así pues, los productos pueden ser diseñados para ser sostenibles si se reflexiona realmente en todas sus fases (desde su diseño hasta el final de su ciclo de vida ), con un impacto positivo sobre el entorno. Para ello, se involucran todos los agentes que intervienen en su desarrollo: desde los proveedores, fabricantes y distribuidores, pasando por los comercializadores y consumidores, así como la administración pública.
Esta implementación conlleva cambiar los aspectos prácticos del diseño sostenible incluyendo las siguientes consideraciones.
Reducir al mínimo la cantidad de materiales que se utilizan para la fabricación del producto.
Seleccionar los materiales más sostenibles, innovadores y menos contaminantes.
Modular las partes integrantes de un producto para facilitar el reciclaje de sus partes con mayor facilidad, o intercambiando piezas auxiliares que alarguen la vida útil del producto.
En el mismo sentido que el punto anterior, diseñar el producto en módulos de forma que pueda efectuarse un reciclaje selectivo.
Optimizar los recursos energéticos que se emplean durante las fases de un producto.
Eliminar de forma sostenibles los desechos peligrosos o contaminantes que se producen durante las fases de desarrollo de un producto.
Recurrir a las tecnologías innovadoras y sostenibles para permitir y optimizar las consideraciones técnicas de las distintas fases de desarrollo de un producto.
Un recurso es un elemento primario, una fuente o suministro, generalmente de origen natural, que se emplea, mediante diversos procesos de transformación, como un material para satisfacer una necesidad y ser consumidos.
Los recursos, en economía, son aquellos medios disponibles para desarrollar un determinado proceso productivo.
Los recursos naturales son los bienes o servicios que proporciona la naturaleza sin la intervención del hombre. A efectos medioambientales, estos recursos naturales se clasifican en recursos renovables y no renovables:
Visualizamos estos vídeos para entrar en materia:
Consumo Responsable: cambios de hábitos
Fuente: Educación BA. Escuelas Verdes. (Buenos Aires, Argentina).
La economía circular - ¿Una transformación para todos?
Fuente: GreensEFA (verdes europeos).
Explaining the Circular Economy and How Society Can Re-think Progress (vídeo animado en inglés)
Fuente: Ellen MacArthur Foundation.
El alarmante consumo de los recursos naturales
Fuente: Muy Interesante.
Todos tenemos claro que, al hacer un reciclaje selectivo de los residuos, se optimizan los procesos de reciclaje, y se evitan que montones de residuos se almacenen en los vertederos.
Gracias al reciclaje se evita que el volumen de desperdicios que llega a los vertederos sea mucho mayor y se recuperan materiales que pueden servir de materias primas para entrar de nuevo en el ciclo.
El ciclo de vida de un producto abarca desde su compra hasta que éste se desecha. En todo momento, hay que procurar retrasar el momento en que se desecha.
En términos de sostenibilidad, hay que repensar el producto y su impacto sobre el planeta; así, hay que reciclar o minimizar los residuos que genera su fabricación, su almacenamiento, así como su traslado a la tienda, contando también el paso de la compra, en el que se desecha el envoltorio del producto, su vida útil una vez adquirido y alargar todo lo posible su ciclo de vida para disminuir el impacto ambiental que produce cualquier producto. A lo largo de su ciclo de vida, entrarían también la reparación y la reutilización de ese objeto o producto, para retrasar, en la medida de lo posible, su paso hacia el contenedor.
Una vez caduque el producto, llega el momento de planificar su reciclaje con el objetivo de reducir el impacto de sus residuos, y plantear una nueva transformación de sus materiales, otorgándoles nuevas funciones.
Sin embargo, reciclar debería ser el último paso antes de desechar definitivamente un producto, y lo que se conoce como las 3R de la ecología ha pasado a ser las 5R de la sostenibilidad.
Para asegurar un desarrollo sostenible del planeta y los modos de vida actuales de las sociedades industrializadas, a la economía circular se le suma la idea de alargar al máximo la vida de un producto, con el fin de retrasar el momento de su caducidad y paso por el vertedero.
Es decir, reducir el consumo por un nuevo enfoque de consumo responsable y reutilizar los productos antes de tirarlos a la basura, reparando aquellos que aún pueden servir, reusándolos para aprovecharlos con otras utilidades, recuperando aquellos desechados para darles una segunda oportunidad de uso, y, por último, depositando los productos que ya no sirven para que se reciclen: bien sus piezas, sus materiales o materias primas.
Las 5R de la sostenibilidad son: Reducir; Reparar; Reusar; Recuperar y Reciclar.
Visualizamos estos vídeos para entrar en materia:
Las 5R del consumo sostenible #consumosostenible
Fuente: Facua TV.
Las 5 R del Reciclaje
Fuente: Scout Piensa Verde / Eco Scouts.
El desperdicio cero, o residuo cero, es un concepto actual que aspira a reutilizar los productos o materiales para que no vuelvan a la naturaleza en forma de residuos o basura. Dentro de ese concepto, también se encuentra la reducción de los materiales que se emplearon para su venta o producción, así como los residuos que conllevan su consumo, como por ejemplo los envoltorios de plástico. Del mismo modo, el desperdicio cero toma en cuenta la naturaleza de estos materiales, es decir, si se emplean materiales biodegradables, cuando terminan como residuos, no dañarían el planeta, por descomponerse de manera natural sin contaminar.
Bajo la concepción de la economía circular, se alarga el ciclo de vida de los objetos, evitando, en la medida de lo posible, que acaben en el vertedero como residuo.
El nuevo reto que se plantea consiste en cambiar los patrones productivos y de consumo, teniendo en cuenta los conceptos de sostenibilidad y huella ambiental.
Estos cambios de actitud pueden ser desde reducir el consumo de productos de un solo uso, como las bolsas de plástico, reparar o reutilizar un objeto o un producto antes de tirarlo a la basura, o actitudes como la recogida selectiva de los desechos para reciclarlos.
La Alianza Internacional Zero Waste (ZWIA) pretende asegurar la conservación de todos los recursos mediante la producción, el consumo, la reutilización y la recuperación responsable de todos los productos, embalajes y materiales, sin que lleguen a los vertederos, y que podrían suponer la degradación del medio ambiente y hasta la salud humana.
Para alcanzar ese objetivo, no solo son necesarios unos cambios económicos y productivos, sino que el papel del consumidor es fundamental, es lo que se llama “consumo responsable” y va desde la compra de productos de proximidad, la reducción de envoltorios que tardan siglos en degradarse, como los plásticos, o el cambio de hábitos respecto al consumo de los productos (reaprovechar, reparar, reciclar).
Visualizamos estos vídeos para entrar en materia:
El movimiento Desperdicio Cero. Vídeo en inglés subtitulado en español.
Fuente: Vive como piensas.
Por qué vivo una vida de cero desperdicio” Lauren Singer
Fuente: TEDxTeen.