
El 26 de noviembre se celebró el Día Mundial del Transporte Sostenible, un día para reconocer la importante función que desempeñan los sistemas de transporte seguros, asequibles, accesibles y sostenibles para la mejora del bienestar social de las personas. Sin embargo, el del transporte sigue siendo uno de los sectores que genera mayores emisiones de carbono a nivel mundial. El modo en el que hacemos nuestros desplazamientos diarios impacta mucho en el medioambiente, por eso, tomar decisiones informadas nos puede ayudar a reducir las emisiones de carbono y a mejorar la calidad del aire, y con ella nuestro entorno.
En la comunidad escolar, desplazarse al centro educativo es imprescindible, y como docentes, reflexionar sobre cómo los medios de transporte que utilizamos afectan al planeta puede ser el primer paso para fomentar prácticas de movilidad sostenible entre el alumnado.
Según una encuesta realizada por la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (CEAPA) y publicada con motivo de la Semana Europea de la Movilidad 2023, el 67% de los desplazamientos del alumnado a los centros educativos públicos se realiza con medios sostenibles: más de la mitad (54,8%) va a pie a su colegio, mientras que el 3% va en bicicleta o patinete, un 1,9% llega en transporte público y el 7,4% lo hace en transporte escolar.
Aunque son unos datos positivos, queda mucho por hacer. En los entornos escolares aún se utilizan una gran cantidad de vehículos particulares diariamente para trasladar a los estudiantes; y esto, además de afectar al medioambiente, incrementa el tráfico en las horas punta, crea zonas inseguras alrededor de las escuelas y reduce las oportunidades de una interacción activa con el entorno.
¿Cómo promover la movilidad sostenible desde la escuela?
Como sabemos todos los que formamos parte de Hazlo Verde, los centros educativos son espacios ideales para promover prácticas que reduzcan el impacto ambiental. Planteando este tema en el aula, los docentes pueden guiar a los estudiantes para que comprendan (y hagan comprender a su entorno) las consecuencias de sus decisiones y animarlos a adoptar alternativas sostenibles como caminar, usar bicicletas o el transporte público.
Si queremos ir más allá, podemos plantearnos trasladar al Equipo Directivo de nuestro centro modos de trabajar con familias y autoridades locales para garantizar rutas seguras y fomentar el uso de transportes alternativos al vehículo privado.
- Caminar, beneficios para el medio ambiente y la salud: Siempre que sea posible, animar a los estudiantes a que lleguen a pie al colegio es una forma sencilla y efectiva de reducir emisiones. Además, caminar mejora la salud física y mental, fomentando el ejercicio diario y el contacto con el entorno.
- La bicicleta, una alternativa ecológica y divertida: La bicicleta es uno de los medios de transporte más sostenibles. Comunicar a los estudiantes su impacto positivo, junto con lecciones prácticas de seguridad vial, puede animarlos a usarla con regularidad. Programas como "bicibuses" —grupos de estudiantes que se desplazan juntos en bicicleta acompañados por un adulto— son iniciativas que han demostrado ser muy efectivas.
- El transporte público, una opción accesible y comunitaria: Si el desplazamiento a pie o en bicicleta no es posible, el uso del transporte público no solo es más eficiente en términos de emisiones por pasajero, sino que también fomenta la independencia y la responsabilidad en los estudiantes más mayores. Invitarlos a investigar sobre rutas y horarios puede ser una actividad práctica que los anime a explorar esta opción.
Reflexionar sobre el impacto del transporte en el medioambiente no solo genera conciencia, sino que también prepara a los más jóvenes para ser agentes de cambio en su comunidad. Adoptar prácticas de movilidad sostenible no es solo una cuestión de responsabilidad ambiental, sino también una oportunidad para mejorar la calidad de vida y construir una sociedad más consciente.
Post anterior Post siguiente